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La tecnología ha llegado a ser parte fundamental de nuestras vidas, especialmente para los jóvenes, quienes hoy interactúan a diario con dispositivos y plataformas digitales.
Sin embargo, el reciente y trágico caso de un joven de 14 años en Florida, que mantenía conversaciones con un chatbot de inteligencia artificial, nos invita a reflexionar sobre los riesgos y las responsabilidades que tenemos como padres y sociedad en la relación de los jóvenes con la tecnología.
Este evento, desafortunadamente marcado por la decisión del joven de acabar con su vida, debe abrir un espacio de diálogo sobre cómo acompañar a los adolescentes en su mundo digital y cómo entender las influencias que estos entornos pueden tener en sus emociones y decisiones.
Los chatbots, como los desarrollados por plataformas de inteligencia artificial como Character.AI, han sido creados para simular conversaciones humanas, proporcionando desde respuestas a preguntas hasta “conversaciones” sobre temas personales.
A primera vista, estas interacciones pueden parecer inofensivas o incluso útiles, especialmente cuando brindan compañía o alivio.
Sin embargo, al ser herramientas programadas para aprender y adaptarse, su impacto en adolescentes puede ser más profundo de lo que imaginamos, afectando su desarrollo emocional y sus percepciones.
Los adolescentes atraviesan una etapa de autodescubrimiento y suelen buscar alguien o algo que los entienda sin juzgar. Los chatbots parecen ofrecerles esa neutralidad, pero debemos recordar que estas “conversaciones” no siempre son lo que parecen.
Aunque los chatbots simulan emociones y empatía, no comprenden verdaderamente el estado emocional de una persona. En una situación de crisis, una respuesta programada podría tener un impacto inesperado.
Además, estas IA carecen de juicio humano y no pueden detectar una emergencia emocional de la manera en que lo haría una persona capacitada.
Uno de los grandes atractivos de los chatbots es la capacidad de mantener conversaciones sin juicio, lo que para un adolescente puede ser un escape a la incomodidad de hablar sobre ciertos temas con padres, adultos o amigos.
Esto, sin embargo, plantea un riesgo:
Cuando un joven se encuentra en momentos de vulnerabilidad, puede recurrir a estos programas en lugar de buscar ayuda humana, cayendo en un tipo de interacción en la que las respuestas automáticas podrían no ser adecuadas para alguien en una crisis emocional.
Para los adolescentes, la comunicación con una IA puede representar una forma de “confidente” virtual, donde sienten que pueden expresar sus sentimientos sin miedo a represalias o a ser incomprendidos.
Sin embargo, esta confianza en la tecnología no deja de ser una ilusión peligrosa. Los chatbots están diseñados para responder, no para comprender el trasfondo de las emociones.
Y aunque algunos chatbots pueden ofrecer consejos básicos de bienestar, no reemplazan la intervención y apoyo de un ser humano, mucho menos de un profesional de la salud mental.
En este sentido, los padres y educadores deben comprender que no se trata solo de limitar el uso de la tecnología, sino de ayudar a los adolescentes a entender que las relaciones y conversaciones significativas ocurren entre personas.
Conversar sobre lo que sienten, enfrentarse a sus emociones y buscar ayuda cuando sea necesario son pilares para un desarrollo emocional saludable
Los padres desempeñan un papel fundamental en acompañar a los jóvenes en su desarrollo emocional y en su relación con la tecnología.
Es importante que los padres se mantengan informados sobre las plataformas y aplicaciones que usan sus hijos, incluyendo las redes sociales y las herramientas de inteligencia artificial.
Conversar abiertamente sobre cómo y con quién interactúan los adolescentes en línea puede abrir un espacio para detectar señales de alerta a tiempo y brindar el apoyo necesario.
Es común que, en la adolescencia, los jóvenes tiendan a apartarse de sus padres o a comunicarse menos sobre temas emocionales. Sin embargo, en lugar de ver esto como un rechazo, los padres pueden abordarlo como una oportunidad para abrir el diálogo y crear un espacio de confianza.
Establecer conversaciones periódicas, no invasivas, sobre los intereses en línea de sus hijos y las interacciones que tienen con plataformas digitales puede brindar a los jóvenes un sentido de respaldo y orientación.
La sociedad en su conjunto también debe actuar para prevenir situaciones como la que vivió este joven en Florida. Las empresas tecnológicas tienen una gran responsabilidad en el desarrollo y monitoreo de sus productos, especialmente cuando estos están al alcance de adolescentes y jóvenes vulnerables.
La creación de chatbots y asistentes virtuales debería implicar controles más estrictos y sistemas de seguridad que permitan detectar interacciones potencialmente riesgosas o dañinas.
Una posible solución es que los chatbots incluyan respuestas automatizadas de advertencia en casos de crisis, en lugar de interactuar en temas de alta sensibilidad emocional.
Esta responsabilidad no debe recaer únicamente en los desarrolladores de IA, sino también en los reguladores y legisladores, quienes deben exigir parámetros de seguridad y una supervisión más rigurosa en estos entornos.
Para los jóvenes que están en constante contacto con estas plataformas, es importante recordar que la tecnología es solo una herramienta, no una fuente de validación o comprensión personal.
La comunicación real y humana es irreemplazable, especialmente en momentos de dificultad. Por eso, invitamos a los adolescentes a recordar que, aunque la IA puede ofrecer compañía temporal, sus amigos, familiares, maestros y terapeutas están presentes para apoyarlos de una manera más profunda y significativa.
Hacer una pausa para reflexionar sobre lo que sentimos antes de buscar ayuda en internet puede ayudarnos a distinguir cuándo una situación requiere la intervención de alguien cercano.
La tecnología puede complementar nuestras vidas, pero no reemplaza el afecto, el consejo y la ayuda que nos brindan quienes verdaderamente nos conocen.
El caso de este joven nos recuerda la importancia de acompañar a nuestros hijos en cada paso de su desarrollo y enseñarles a utilizar la tecnología de forma segura y consciente.
Como padres, educadores y miembros de la sociedad, tenemos la responsabilidad de crear un entorno en el que los jóvenes puedan expresarse y buscar ayuda sin depender exclusivamente de una pantalla.
La inteligencia artificial es una herramienta valiosa, pero también presenta desafíos que debemos enfrentar con conocimiento, precaución y humanidad.
Es momento de reflexionar sobre cómo nuestros adolescentes usan la tecnología y recordar que, en última instancia, las interacciones y conexiones humanas son las que realmente importan.
Este artículo busca ser una guía para padres, jóvenes y sociedad en general sobre la relación de los adolescentes con la tecnología y la importancia de estar presentes y comunicarnos abiertamente en un mundo digitalizado.
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